domingo, 25 de mayo de 2008

Soberana libertad

Ser dueños del mundo es dormir sin culpa en la butaca del cine, porque una película es insípida. Ser dueños del mundo es abandonar un libro en la página 23, por más que nos lo hayan vendido en comentarios, críticas y suplementos literarios. Ser dueños del mundo es seguir durmiendo habiendo escuchado el despertador.