sábado, 25 de octubre de 2008

Baby Etchecolatz

Mediodía. Puerta del Borda, un taxi. Recién me había calzado los auriculares donde el Flaco cantaba algo nuevo, y hacía un instante me había acordado de Charly. Subo al auto, me saco un auricular para el mínimo-imprescindible diálogo con el chofer, para indicarle el destino Azopardo 715, y zas. ¿Tenía que pasar? ¡Pero, tarado, cómo te vas a tomar un taxi y sacarte la música de la oreja! Es mejor cruzar gateando la Panamericana. Ahí estaba, el mierda de Baby Etchecolatz en la fucking Radio 10, en la secuencia de "llamados", hablando contra los docentes en paro. Por alguna razón demoré la vuelta del auricular a la oreja unos segundos. Qué infidelidad imperdonable al Flaco, que seguía cantando algo nuevo. Pero fue un minuto, nada más, de autoflagelación. Escuché el prepoteo del sorete a una oyente a la que se le ocurrió decir que los maestros ganan poco, muy poco, y que -ante sus recrminiaciones con el sello Etchecolatz- le terminó gritando facscita. Cuando cortó, el sorete dice: "Ven, estos son los que reclaman". Mientras escuchaba, en ese minuto interminable, insufrible, le miré los ojos al al conductor a través del retrovisor. Y pensé: "Este tipo lo escucha porque le cree/porque coincide/porque lo considera ingenioso, no lo está escuchando con asco, como idiotamente se puede escuchar 'para ver qué dice un sorete como éste', o sea que me está llevando, básicamente, otro Baby Etchecolatz, acá, a centímetros está". O abría la puerta y me tiraba, o lo escupía, o... Me puse el auricular en la oreja otra vez y clavé la vista en la ventanilla, barrio de Constitución. La voz del Flaco otra vez, cuando doblábamos por avenida San Juan, todavía me esperaba. Fue como una zambullida en un pote de crema del cielo.


PD-NQVCN: Daría una mano -si puede ser la izquierda, mejor- por jugar como Verón.