Diosbendiga es una viejita bajita, algo encorvada, amorosa y muy culo-inquieto que vive en mi edificio. Que se los cuente ella misma, como si se les encontrara una vez a ustedes y no a mí en el ascensor y compartiera apenas esos cuatro pisos. Cuatro pisos de pura fe, donde yo casi ni meto bocado, salvo alguna sonrisa:
- Ah, qué va a hacer. Hay que creer. Veintiséis años viviendo acá. Soy la primera propietaria, y sí. Hay que creer. Vengo de misa. Fui a la de las siete porque a la de las 10 hay mucha gente. Pero a mí me gusta andar. Si hay que bailar bailo, si hay que correr, corro. Y sí, hay que creer. Bueno joven, hasta luego buen mozo. Dios bendiga.
Siempre termina así: Dios bendiga.
miércoles, 15 de octubre de 2008
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