lunes, 19 de mayo de 2008

Estados de ánimo

La vida en ascensor. Hoy, subiendo. El arroz con sardinas del mediodía es comida japonesa de Palermo. Una canción de Maná parece profunda y no una balada de mierda. Cuidado, la felicidad -¿el amor?- nos vuelve ¿pelotudos? El límite: poner Vale 97.5.

5 comentarios:

Margot dijo...

vidamí, yo no escucho maná pero me doy sobredosis de rosal. en momentos así hay que tener cuidado: nunca se sabe qué cd irá a parar a tu discman... muack!

Mercadito de barrio dijo...

no, no te vuelve pelotudo. Para mi el amor es como esos remedios que te abren los bronquios y te hiperventilan. Una especie de Vick Vaporup...
despues de eso escuchàs hasta Maná y no sólo te vuela la cabeza sino que lo cantàs.

FdA dijo...

sí, es un remedio, sólo hay que encontrar quién te haga la receta!

Gordon dijo...

Creo que el amor te hace cometer atrocidades, como llegar al punto de considerar una opción viable escuchar la Vale. El amor… que agridulce sensación. Ahora, querido Jarret, cuantas veces uno se ha automedicado, cuantas veces confundió la dosis. Pero que bien te hace… Yo lo compararía con mis queridas dexalergin, te destapan, te sentís bien, y no podes dejarlas. (A la larga dicen que te terminan haciendo mal, pero mientras las tengo, respiro bien). Por lo tanto, siempre trato de tener mis dexalergin en la mochila.

Mercadito de barrio dijo...

lamentablemente es de venta libre.. es un arreglátelas solito.